MERCEDES FERNÁNDEZ/ El neurocientífico de la Universidad de Northwestern, Moran Cerf, ha manifestado recientemente que el cerebro humano puede funcionar de la misma manera que los de las personas con las que nos rodeamos.
Aunque no es el único que ha hecho un estudio sobre esta teoría, explica que «cuando dos personas están juntas sus ondas cerebrales empiezan a verse idénticas. Mientras más estudiamos el involucramiento, más vemos que sólo estar con ciertas personas alinea tu cerebro con el de ellas”.
Esto significa que “las personas con las que te juntas tienen un impacto en tu involucramiento con la realidad que va más allá de lo que puedes explicar. Uno de los efectos es que te empiezas a parecer a ellas”.
En este sentido, Cerf matiza que al margen de verse influenciado por la misma forma de pensar -positiva o negativa-, no se debe «aprovechar» para responsabilizar al entorno de posibles conductas poco apropiadas.
Más bien, lo que el neurocientífico aconseja es rodearse de personas positivas si se quiere fomentar la felicidad y alejarse de «personas tóxicas» que nos causan estrés. Ya que, si bien es cierto que cada unx tiene su propia personalidad, la de las personas que nos rodean va mermando, con el tiempo, como una segunda naturaleza en nosotrxs.
Por otra parte, de igual manera que nuestro cerebro se ve influenciado por el entorno, puede ocurrir a la inversa; es decir, que el de nuestro entorno se va influenciado por el nuestro. Así que en el caso de que seamos una persona que derrochamos positividad, podemos influir -o más bien ayudar- a personas con pensamientos negativos.
Y tú, ¿dónde estás? O mejor dicho, ¿dónde prefieres estar?
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