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MERCEDES FERNÁNDEZ/ El árbol de Navidad es un símbolo muy característico de esta festividad. Según las zonas geográficas del mundo, tendrá un mayor o menor significado. En algunos lugares, es una tradición muy antigua. Sin embargo, es difícil determinar con precisión la fecha concreta de la implantación del árbol como símbolo de la llegada de la Navidad.

 

Hay diferentes versiones según van transmitiendo estas historias o leyendas de generación en generación. Lo que sí te podemos asegurar es que fue un abeto. Los primeros pasos que se dieron en la implantación del árbol como símbolo navideño se remontan a la era precristiana cuando adquirieron la costumbre de adornar las casas con hojas y plantas verdes durante esta época del año porque recordaba al verano.

 

Sin embargo, no fue hasta el año 1605 cuando en el suroeste de Alemania decidieran poner el primer árbol, implantándolo, de esta manera, como simbología navideña. Más tarde llegó a Finlandia (año 1800), a Inglaterra (1829) y, así hasta que se extendió en toda Europa, inclusive nuestro país.

 

Corría el año 1870 cuando una rusa, Sofía Troubetskoy, -esposa viuda del duque de Morny (hermanastro de Napoleón III)- tuvo la idea de, no sólo poner el árbol en Navidad, sino de decorarlo (como lo hacemos hoy en día) en el madrileño palacio de Alcañices, ubicado en el paseo del Prado. Costumbre que seguimos manteniendo en la actualidad desde aquel entonces.





 

Otras tradiciones

Poco a poco, el hecho de adornar las casas con árboles de Navidad se fue extendiendo hasta que se trasladó a las calles y lugares públicos de la geografía mundial hasta el punto de que hay muchos sitios donde se han batido récords por diferentes motivos.

 

Por su precio, como es el caso de Dubai donde se encuentra el árbol más caro del mundo, a la entrada del hotel Emirates Palace; por su tamaño, ubicado en la pendiente del monte Ingino en la italiana localidad de Gubbio, donde puede verse desde todos los puntos del pueblo; e incluso, algo más fuera de lo común como es un árbol flotante en Río de Janeiro ha medido hasta 85 metros de altura, ha pesado 542 toneladas, llevaba 3,1 millones de microlámparas, 120 mil metros de mangueras luminosas, 100 reflectores de led y ocupaba una base 810 metros cuadrados sobre 11 flotadores.

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(PROMOFARMA)