M.F/ «Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban para que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir».
Fueron las palabras de Anatoly Shapiro, el primer oficial del ejército soviético, en poner un pie en Auschwitz –el mayor campo de concentración creado por el régimen nazi y administrado por las SS-.
“Entramos en la mañana del 27 de enero de 1945. Vimos algunas personas vestidas con harapos. No parecían seres humanos, lucían terrible, eran puro hueso”, añadió.
Auschwitz no fue el único campo de concentración que hubo durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, tan sólo allí, se concentraron tres de esos campos donde tenían a los prisioneros esqueléticos por la desnutrición y el exceso de trabajos forzados a los que estaban sometidos, entre otras muchas barbaridades.
Más de 900.000 judíos fueron asesinados en Auschwitz, así como unos 74.000 polacos, 21.000 gitanos rumanos, 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y cerca de 15.000 ciudadanos de otras nacionalidades. Allí, se empleó, por primera vez, el gas mortífero Zyklon B como medio de exterminio.
Pero el 27 de enero de 1945, se pone fin al régimen alemán. Las tropas soviéticas encuentran el que había sido el mayor campo de concentración de la historia. Allí, aún quedaban unos 7000 prisioneros los cuales fueron liberados. Pero sus condiciones eran tan malas, que aún les quedaba un largo recorrido para recuperarse.
Muchos de estos campos fueron quemados para evitar la propagación de epidemias debido a las enfermedades de los ex prisioneros.
Shapiro recuerda el aspecto esquelético de los que sobrevivieron y el momento en el que les dijo que quedaban libres del dominio alemán. Sin embargo, su estado eran tan lamentable que no pudieron ni reaccionar.
El comandante Anatoly Shapiro no podía creerse cómo pudieron sobrevivir aquellas personas debido a las horribles condiciones a las que habían tenido que enfrentarse. Tanto por el pésimo trato de los nazis, como por las malas condiciones meteorológicas del lugar; por ejemplo, en el momento de la liberación que estaba todo rodeado de nieve.
Lo cierto es que lo hicieron. Y gracias a ellos, hoy podemos conocer las atrocidades cometidas por Hitler y las SS.
En 1992, Shapiro emigró a Nueva York, donde murió en 2005. Un año más tarde, fue declarado héroe de Ucrania por el presidente de este país, Víctor Yushchenko.