M.F/ La creencia de que cuando un niño pequeño enferma es «porque va a crecer», es muy antigua. Sin embargo, hay estudios que han demostrado la certeza de un pensamiento que se ha ido transmitiendo de generación en generación.
Al parecer, tanto la fiebre como las horas de sueño, estimulan la producción de la hormona del crecimiento. Esta afirmación la apoyan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) que, en declaraciones a la agencia Europa Press, dice que «es posible que notemos un estirón en nuestros hijos después de un proceso infeccioso que haya cursado con fiebre, y haya precisado más horas de descanso. Sin embargo, esto no quiere decir que siempre que un niño tenga fiebre vaya a crecer 5 centímetros. Es algo que no podemos medir, y además no siempre se estimulará la producción de esta hormona con la fiebre o el descanso».
A todo esto, hay que añadir que se parte de una base fundamental y es que el ritmo del crecimiento del niño es un proceso individual en el que tiene mucho que ver la genética. Tanto que «es imposible que un niño llegue a los 190 centímetros si el padre mide 170 cm y la madre 150 cm», aseguran desde la AEP.
Los expertos dividen el crecimiento del niño en tres etapas:
1.- Desde el nacimiento hasta los dos o tres años de vida. «Durante el primer año de vida, lo habitual es que el niño haya triplicado el peso y haya duplicado la talla que tenía al nacer. De todas formas, los padres deben guardar calculadoras y olvidarse de medir y pesar a los niños todas las semanas porque esto no es una competición. Las revisiones del niño sano en los centros de salud están precisamente para vigilar estas etapas de crecimiento. Hay que preocuparse cuando lo haga el pediatra, pero nunca antes», sostiene la AEP.
2.- Desde los dos o tres años a la adolescencia. «En esta época de la vida, el crecimiento es más lento y estable. Notaremos que nuestro hijo crece, pero por otros motivos, porque aprenderá a hablar, a pensar, a sumar, a leer, y se irá convirtiendo en ese pequeño adulto que nos emocionará, al mismo tiempo que miraremos al pasado con nostalgia, a aquellos días de pañales, llantos, papillas y sonrisas».
«En esta etapa de la vida, tampoco conviene comparar a los niños con sus hermanos, ni con sus compañeros de colegio. Sigue sin ser una competición. Cada uno tiene su ritmo, hay que respetarlo. Y ojo, porque ya nos escuchan. ‘Es el más bajito de su clase’, o ‘es que es muy delgadita’ pueden generar problemas innecesarios. La psicología infantil existe».
3.- La última etapa es la de adolescencia. Esta época llega antes en las niñas que en los niños, pero tampoco es algo matemático, y también depende de la genética. «Así que, una vez más, el crecimiento no es una competición. En esta época de la vida tiene lugar el conocido como ‘estirón de la pubertad’, que se acompaña además del desarrollo de conocidos caracteres sexuales secundarios (madurez sexual) y de incómodos cambios de humor».
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NOTA: Te lo contamos aquí es un canal de comunicación a través del cual se publican testimonios de profesionales. La información que se publica no sustituye las consultas médicas. Así que ante la más mínima duda sobre cualquier tema que concierne a la salud, hay que acudir siempre a la consulta del profesional sanitario oportuno y seguir sus indicaciones.