M.F/ La Helicicultura proviene del latín Helix (tipo de caracol) y Cultivare (cultivar). Es la acción de criar caracoles terrestres comestibles con fines comerciales. Esta profesión es muy antigua y se remonta a la época del Imperio Romano. En aquel entonces, ya se elaboraban instrumentos para sacar los caracoles de su concha y facilitar su consumo.
Actualmente, los caracoles se consumen como alimento en muchas zonas del mundo como, por ejemplo Portugal, Francia, Italia, Grecia o África. En este último, cocinan más bien el caracol gigante que es, para los africanos, una fuente principal de proteína animal.
En nuestro país, es un recurso alimentario de temporada muy valorado. Por ejemplo, en Lleida, se celebra, desde hace muchos años, la fiesta del caracol (L’Aplec del Caragol -El Encuentro del Caracol-) y es declarada de Interés Turístico Internacional.
En Galicia y otras zonas del cantábrico, usan en sus guisos hasta nueve especies diferentes de caracoles. Y así, una larga lista de zonas de la geografía española donde cocinan platos con caracoles de muchas maneras diferentes, según las tradiciones.
Pero para poder comer los caracoles, primero hay que cogerlos. Y si hay un lugar en España típico donde colectar estos moluscos, ése es Albacete. Es la provincia española por excelencia en helicicultura cuando llega la primavera.
Tanto es así, que la Consejería de Agricultura de Albacete imparte cursos para formar a personas del sector agricultor, ganadero y ecologistas, entre otros del mundo rural, para dar a conocer las diferentes especies de esta cría y todos sus aspectos, características zootécnicas, patología, manejo y legislación.