MERCEDES FERNÁNDEZ/ El asma es una enfermedad, aparentemente, crónica. Sin embargo, cuando aparece en etapas como la infancia, puede desaparecer posteriormente en la edad adulta.
Los expertos dicen que cuando esta enfermedad se presenta en momentos puntuales de la vida, suele deberse a un componente emocional más que físico.
Desde el punto de vista de la biodescodificación, se considera que está relacionado con miedos del entorno o el territorio donde se habita. Cuando se vive en una atmósfera tóxica por algún motivo, es común desarrollar asma.
El doctor en psicología y divulgador científico, Juan Moisés de la Serna, explica la relación entre asma y psicología de la siguiente manera.
«La existencia de una comunicación directa entre los nervios vagos y las fibras musculares de los bronquios, explica la influencia de lo psicológico en el asma ya que cuando se produce un síncope vasovagal, por ejemplo a emociones fuertes o a estrés, se produce una reducción de frecuencia cardíaca y vasodilatación, generando dificultades para respirar y al final desmayo».
La relación entre las emociones y el asma se encuentra en dos regiones del cerebro: el córtex cingulado anterior y la ínsula.
Hasta el momento, se sabía que los pacientes que tenían enfermedades crónicas relacionadas con procesos inflamatorios, como el asma, son muy sensibles al estrés y a las emociones que se generan como consecuencia, por lo que estos factores pueden agravar los síntomas de un ataque.
También se sabía que el sistema inmunológico reacciona con más dificultad cuando una persona está sometida a una situación de estrés, como puede ser presentarse a un examen o enfrentarse a una entrevista de trabajo.
Ahora sale un nuevo estudio elaborado por científicos de la universidad norteamericana de Wisconsin-Madison en el cual se han establecido por vez primera la conexión física entre las emociones y el asma.
En este sentido, el profesor español Juan Carlos Fernández Rodríguez, apoya esta teoría argumentando que “los asmáticos manifiestan más emoción negativa que los sujetos sanos, estando la presencia de emoción negativa muy asociada a la broncoconstricción”.
El experimento
Con la ayuda de imágenes de una resonancia magnética, el profesor Richard Davidson y su equipo observaron las reacciones cerebrales de seis voluntarios asmáticos sometidos a estímulos visuales relacionados con su enfermedad.
Una vez hecho esto, descubrieron que dos regiones cerebrales, el córtex cingulado anterior y la insula, están implicadas en la inflamación y obstrucción de las vías respiratorias propias de los procesos asmáticos.
Ambas regiones son las encargadas de transmitir la información relacionada con las condiciones psicológicas del cuerpo, como el dolor y la respiración, y están estrechamente unidas a las regiones cerebrales de la emoción.
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